La carne de caza siempre ha sido un suculento manjar muy natural. En los últimos años, ha experimentado un gran resurgir, convirtiéndose en uno de los alimentos más apreciados de nuestra gastronomía. De hecho, muchos de los grandes chefs de nuestro país la ofrecen en las cartas de sus restaurantes, llegando a convertirse en una verdadera tendencia culinaria por sus excelentes cualidades, tanto en calidad como en sabor. Es un producto exclusivo y versátil con el que pueden prepararse tanto platos de toda la vida como con toques de vanguardia.

Este producto se obtiene de animales que viven en total libertad, cuya dieta está basada exclusivamente en lo que encuentran en el campo, los montes… por lo que es un alimento 100% ecológico y sostenible. En su obtención no ha intervenido ningún tipo de químico y esto hace además, no solo que se mantenga todo su sabor natural, sino también que sea mucho más beneficiosa para la salud.

La carne de caza tiene una alta concentración de nutrientes, mucho mayor que la que se obtiene a través de las carnes de granja. Aparte, son bajas en grasas, ya que el animal está constantemente realizando ejercicio físico en lugar de estar recluido. Proporciona también numerosos minerales, vitaminas y proteínas necesarias para gozar de buena salud.

Del mismo modo que la carne de caza forma parte de la tradición española, comer carne de caza permite disfrutar de una de las joyas gastronómicas de nuestro país. Una carne con una textura y un sabor únicos que permiten que disfrutemos de bocados incomparables. De color más oscuro y sabor intenso, no deja indiferente a nadie, por lo que seguramente quieras volver a repetir plato.

La Federación Extremeña de Caza realizó un taller con los alumnos del Grado de Cocina y Restauración de un instituto de Badajoz. De los 30 alumnos que participaron, la mitad no había probado nunca la carne de caza. Cárnicas Dibes proporcionó diferentes piezas cinegéticas para prepararlas durante la clase. El resultado fue asombroso. Los alumnos que ya la habían probado, ratificaron que es un alimento exquisito que en sus futuros restaurantes estaría presente. En el caso de los alumnos que jamás la habían probado, se retractaron de sus prejuicios. La describieron con adjetivos como sabrosa, tierna, versátil y por supuesto, exquisita. Eliminaron ese tópico de que es una carne dura, seca y con sabor excesivamente fuerte. Al igual que le pasó a estos alumnos, le sucedería a la gran mayoría de la sociedad española que aún no ha tenido la oportunidad de probar la carne de caza.