-“¡Paco! Pedazo de cachorra la que te acompaña, ¿qué tal va?, bien pero es muy fuerte, ¿y de boca?, dura, ya, pues ya sabes: piezas congeladas y trabajo.
Esta conversación podría tenerse (de hecho se tiene) cada inicio de temporada y, con cada cachorro que pretendemos educar. Cada temporada observamos como con esfuerzo y ahínco muchos cazadores intentan “adiestrar” a sus prometedores cachorretes con sistemas diversos, con mayor o menor éxito y criterio.
En mi opinión, la cultura cinológica y el criterio educativo y selectivo que cimenta la base del éxito en la cría y, posteriormente en el trabajo de campo de Centroeuropa, en este país es mera ilusión.
El primer problema es el criterio conceptual para buscar y seleccionar reproductores; el segundo es el criterio selectivo para desechar lo malo y seleccionar en base a las virtudes que se vislumbran en los cachorros a temprana edad y, el tercer problema es de conocimientos educacionales donde soportar un aprendizaje correcto, que nos evite frustraciones y pesar a los cazadores y sufrimientos a nuestros auxiliares.
El día que los collares eléctricos formen parte de la uniformidad del cazador habremos perdido el oremus. Harto estoy de ver “educadores” que fuerzan y modifican conductas a base de descargas de collares, que en muchas ocasiones lo único que consigue es estropear perros que hubiesen excelentes con un manejo correcto y algo de paciencia y trabajo.
La selección de muchos ejemplares de muchas razas nacionales y foráneas, en base a la capacidad de batir mucho terreno en un breve espacio de tiempo, nos conducen de forma irredenta a ejemplares sobreexcitados o hiperactivos.
¿Qué es la excitabilidad?
La excitación se podría definir como: la acción que hace que algo se ponga en actividad. En este caso la acción sería la de cazar, la excitación es condición sine qua non para el desarrollo práctica de la caza. Si un perro no se excitase con la posibilidad de dar y llegar a la caza en el desarrollo de la acción de cazar, sencillamente, no lo haría.
La sobreexcitación se podría definir como: el desarrollo de la acción con una intensidad mayor, provocada por un ligero desequilibrio emocional, asociado a la ansiedad por llegar a la caza y cobrar.
La hiperactividad la definiría como: el estado de una excesiva actividad muscular asociada a la actividad constante, impulsividad, tensión nerviosa permanente, dominancia, etc. La hiperactividad tiene como origen, sin duda, factores genéticos. Lo educacional y ambiental podrá influir, pero los animales que desarrollen este comportamiento por causas educacionales o ambientales serán perros pesimamente manejados, no perros enfermos. ¿Enfermos? Sí, sí y sí. Que no nos vendan la burra: un perro hiperactivo puede servir para cazar, pero es un perro enfermo.
Excitabilidad, sobreexcitación e hiperactividad
Un perro excitable es un perro equilibrado, es decir: un perro con absoluto control de su actividad nerviosa, muscular, psicológica y apasionado por la caza. Sin excitación por la caza el perro ni se movería, esto es de una obviedad insultante.
El perro equilibrado maneja los tiempos, se airea, se aproxima con control absoluto de sus instintos y pasiones, para y muestra, sostiene la parada sin ansiedad, puede patronear y a la voz echará la caza a tiro de escopeta, detonación y cobro perfecto, a la mano, con boca suave y dulce.
Los perros equilibrados son una delicia en la caza y, lo más importante, son sanos. Perros que no sufren en casa, que cazan por el placer de cazar, que no padecen ansiedad, perros que no ladran de forma molesta, animales dúctiles y manejables, fieles y leales hasta la saciedad, compañeros de caza de igual a igual, sólidos de carácter, perros que cazan para su compañero por el puro placer de complacer a su partener.
Haré un apunte arriesgado a sabiendas de que generalizar es equivocarse: hay más perros equilibrados dentro de las razas trotadoras que en las razas galopadoras.
Los perros sobreexcitables presentan complicaciones obvias. Tiene capacidad para, a duras penas, controlar su tensión nerviosa y muscular. ¿Cazan? Claro que sí, y en algunos casos de forma sobresaliente. ¿Compensa? En mi forma de entender la cría, NO. Los perros sobreexcitados están en el límite de lo saludable por arriba. Padecen ansiedad crónica, sufrimiento emocional consecuencia de una psicología un puntito por encima de lo deseable. Son animales nerviosos que necesitan de un gasto energético diario muy fuerte, son problemáticos en casa y en el peor de los casos desarrollan agresividad intraespecífica.
Dicen algunos (más de los deseables): “Qué fuerte es mi perro”, “Qué cojones tiene, treinta minutos corriendo detrás del coche antes de empezar la jornada para que cace a gusto”. Te digo, amigo cazador: necio.
Todo aquel que entienda al perro como una herramienta de trabajo que ni siente ni padece, cuya existencia está dirigida única y exclusivamente a nuestro disfrute, y que crea que el fin justifica los medios es, en mi opinión, un pésimo cazador. Podrá ser un tirador sobresaliente, y su perro puede que cobre el noventa por ciento de la caza y que incluso gane campeonatos, para mí, será un tuercebotas como educador.
Los perros hiperactivos son en algunos ejemplares perros sobresalientes en el campo y, en el noventa y ocho por ciento de los casos insufribles en la perrera o en casa.
Saltos incontrolados en la perrera durante todo el día, vueltas y vueltas en persecución de no se sabe qué, ansiedad, desequilibrio emocional, desequilibrio nervioso, incapacidad de control locomotor y muscular, pasión que deriva en obsesión, pautas y comportamientos absolutamente inapropiados.
En mi opinión, todos los perros hiperactivos de cualquiera de las razas deberían ser eliminados del campo y de la cría. Todos sin excepción, por muchos concursos o títulos que ganen.
Se da la paradoja, en no pocas ocasiones, de que un ejemplar multicampeón es, además, hiperactivo. Cubrirá ese perro un buen número de perras amparado bajo el paraguas de un montón de títulos conseguidos en concursos de pseudocaza que, de forma indefectible, multiplicará el número de perros hiperactivos totalmente justificados por sus propietarios aportando pedigree de multicampeones. Insisto, en mi criterio: todos los perros hiperactivos deberían ser eliminados de cualquier plan de cría.
Los perros hiperactivos que no son fueras de serie e la caza práctica, se dejan caza en el cazadero, atropellan la caza, cobran mal y normalmente machacan la caza, si es que no se la tragan, poseídos de una ansiedad que son incapaces de controlar.
Aparquemos egos y seleccionemos en base a conocimientos y experiencia. Dejemos de justificar conductas indeseables en nuestros perros y seleccionemos con criterio funcional. Si esa selección implica deshacernos de ese cachorro tan bonito que parecía tan prometedor, hagámoslo. Donde come un perro malo, come uno bueno. Las claves del éxito son: rigor selectivo, educación exquisita, paciencia, tesón, trabajo, pasión por lo bien hecho, pulcritud sobre el trabajo funcional en campo y perros equilibrados y sobresalientes en sus condiciones físicas y psicológicas para el desarrollo dela actividad que se les exige.
¡Señores!, criemos perros sanos que no padezcan durante toda su vida. Nuestros perros son auxiliares imprescindibles y el cincuenta por ciento del binomio que, de forma indivisible, formamos cazador y perro.
Excelente artículo, aunque no me dedico a la caza, comprendo todo lo que comentas y encaja al 100% en mi experiencia. Tengo un podenco excesivamente excitable (que no hiperactivo), ya que dentro de casa podría dormir 23 horas… pero cualquier estímulo lo despista inmediatamente, y dependiendo de su intensidad lo coloca fuera de todo autocontrol. En el patio de casa difícilmente puede estar tumbado más de 3 minutos sin saltar por cualquier cosa. Aunque lo canse durante horas por ejemplo corriendo junto a la bici, todo esto es irrelevante, su problema ya he comprendido finalmente que no es demasiada energía sino demasiada respuesta cualquier estímulo, por mínimo que muchas veces sea. Solo puede rebajar su nivel de respuesta la repetición (me refiero durante años, no repetirlo 10 veces en plan capítulo de César Millán) de un cierto estímulo problemático hasta que deje de ser tan estimulante, pero esto solo es útil para los problemas muy diarios, es decir, dejarlo en una casa diferente por ejemplo siempre será un estímulo nuevo, y esto tristemente tiene poco arreglo. Y sin duda esto es una pena porque no me desharé de él, lo tengo mucho cariño y llevamos ya unos años, pero esto nos ha privado a ambos de hacer muchas más cosas juntos y compartir viajes, experiencias y aventuras como he hecho siempre con otros perros. Resumiendo, totalmente de acuerdo en que este tipo de comportamientos deberían erradicarse, es decir no permitir la cría, por el beneficio de todos, perros y dueños.