• Con un origen inmemorial, el sonido de la caracola recorre los montes de Extremadura un fin de semana cualquiera entre octubre y febrero.

Alfonso Aguado, dueño de recoba y Secretario de la Asociación Española de Rehala, conoce la historia de este instrumento como la suya propia. El toque de caracola lo usaban antaño las comunidades rurales como medio para comunicarse. Se desconoce el origen y la fecha exacta en la que comenzó lo que hoy es tradición. Los vecinos de pueblos y chozas que estaban alejadas las unas de las otras utilizaban este sonido para mandar mensajes de aviso por si se acercaba algún peligro. En ese contexto, la caracola se utilizaba también para recoger al ganado. De esta manera, ha ido evolucionando hasta incorporarse en las monterías, donde se emiten los tres sonidos conocidos como la suelta de los perros, la vuelta y la recogida.

No hay dos caracolas que suenen igual. En una montería donde haya diez rehaleros tocando la caracola, el perro sabe distinguir perfectamente la caracola de su dueño. “Es digno de mención que cada rehalero tenemos nuestra propia forma de tocar la caracola y de llamar a nuestros perros, y esto es lo que nos distingue como rehalero”. La caracola es la cáscara de un molusco y en España está considerada especie amenazada, no se puede ni recoger ni comercializar. “Otra de las cosas más especiales de esta tradición es que tu caracola seguramente sea heredada de algún familiar que ya haya vivido cientos de monterías con ella”. Alfonso, como rehalero, confía en que cada vez sean más los jóvenes que se impliquen, disfruten y aprendan de esta tradición, que desde junio de 2022 está declarada como Bien de Interés Cultural en Extremadura.

Israel Tamayo vive en la localidad de Manchita, tiene 19 años y es rehalero. “Llevo tocando la caracola desde los dos años, me la regaló mi tío y él fue quien me enseñó a tocarla”. Esta tradición ha llegado hasta Israel de manera generacional. Su tío fue rehalero toda su vida y le enseñó e inculcó lo que es una montería y los valores que te aporta. Para Israel y para muchos jóvenes como él, la montería no es un hobby, “es un estilo de vida”. Este rehalero ha sido el campeón del Concurso de Toque de Caracola que organizó la Federación Extremeña de Caza en el IX Día del Cazador, celebrado en Hornachos el pasado 20 de abril. El joven Israel disfruta de esta pasión por la caza todo el año: “cuando acaba la temporada preparamos nuestros perros, nuestro coto, y esperamos con ganas el volver a ponernos los fajones, coger nuestra caracola, y hacerla sonar cada fin de semana como llevo haciendo desde pequeño”.

La montería y la rehala forman parte de nuestra cultura, de los pueblos extremeños, de su gente y de su paisaje. Un tesoro antropológico que caracteriza a una comunidad. Es una manifestación social y cultural típica de Extremadura y de los extremeños. Su declaración como Bien de Interés Cultural no es sólo un título, sino una satisfacción para todos los aficionados y un reconocimiento a la lucha que la Federación Extremeña de Caza ha realizado durante tantos años. Todos los extremeños deberían tener la oportunidad, al menos una vez en su vida, de vivir una montería, de escuchar cómo los rehaleros hacen sonar la caracola, y de aprender todo lo que el campo y las costumbres tienen para enseñarnos.